TEJIDOS DE FIBRA DE ALPACA
El Ministerio de Cultura declaró Patrimonio Cultural de la Nación a los Conocimientos, técnicas y usos asociados al tejido tradicional del distrito de Pitumarca, provincia de Canchis, región Cusco por su contenido simbólico fuertemente enraizado en la cultura del Perú antiguo y vigente en la cosmovisión, la vida cotidiana y la identidad cultural de sus portadores
Este reconocimiento oficial responde también a su valor histórico, tecnológico, iconográfico y artístico, según establece una Resolución Viceministerial publicada hoy en el Diario Oficial El Peruano.
Durante el periodo Inca, el arte textil fue esencial para establecer relaciones de reciprocidad, pues la tela fina llamada cumbi o ccompi, como lo reconocen los tejedores de Pitumarca, fue utilizada para gratificar a personajes destacados. Para los incas los tejidos constituían un tributo significativo y por ello se obligaba tanto a los hombres como a las mujeres a producirlos.
El tejido alcanzó un nivel de alta sofisticación tecnológica gracias al dominio del proceso de preparación de las fibras de cabuya, camélido y algodón, así como de la tintorería, el diseño, el uso del telar de cintura y de lizo, consiguiéndose hilos de gran finura. La torsión de los hilos se hacía a la izquierda (lloq’ue) o a la derecha (paña).
Conforme señala Rosa Fung, para los Incas el hilado lloq’ue ahuyentaba las enfermedades y a los malos espíritus, siendo el preferido para los textiles dedicados a los rituales.
Así, como resultado del proceso de Independencia, se dio una democratización de los motivos artísticos de origen ancestral ya bastante transformados. Es decir, se continuó con la producción artesanal de los llamados “tejidos de la tierra”, también como herencia de los obrajes coloniales, con el manejo de las técnicas adecuadas para cada pieza. Es a ese proceso que se puede adscribir el origen de la tradición textil de Pitumarca.
De ese modo, en Pitumarca se conserva una leyenda relacionada al origen del tejido que versa sobre la historia de una princesa inca llamada Teresita Huamantiklla, hija del nevado Apu Ausangate, que llegó a enseñar el arte del tejido en Pitumarca y que fue perennizada al lado de su padre, también hoy apu de las tejedoras de textiles tradicionales. Por otro lado, estudiosos locales señalan que eran tres las hijas del Apu Ausangate, siendo una de ellas considerada el apu de los tejedores e hilanderos.
En Pitumarca se mantienen los usos de las fibras de camélidos como la alpaca y la llama, y el aporte hispano de la lana de oveja. Desde hace algunas décadas se ha recuperado y fortalecido el conocimiento y el uso de los tintes y mordientes naturales. Por ejemplo, de la chillka se consigue el verde; del ch’eqchi el morado; del inti sunkha, el amarillo dorado; del molle, el verde; del índigo, el azul; del insecto cochinilla, los rojos; del awaypilli, el color lila; del yanaruku, el granate; de la tizna u hollín qhechincha, el amarillo, entre otros. Los mordientes o fijadores principales son el alumbre, el yuraq qollpa, y el q’ello qollpa, entre otros.
Las técnicas tradicionales que manejan los tejedores de Pitumarca conservan su denominación en quechua. Sus tejidos más conocidos son prendas como el ch’ullo, el poncho, la lliklla, la tiklla, la q’epina, la ch’uspa, entre otras. Los tejedores pitumarqueños consideran a sus obras como medios de comunicación, pues su iconografía está profundamente relacionada a su cosmovisión, a elementos de la naturaleza, al calendario agrícola y festivo y a su vida cotidiana.